martes, 13 de junio de 2017

Romance de una tertulia especial


¡Ole, Maruja, ahí queda eso!
Muchas gracias por tu gran humanidad y sensibilidad, pero, también, por tu sentido del humor.



Hoy, señores componentes,
de una tertulia especial,
con detalle y con destreza
les quisiera relatar
este romance manchego
que harto me hizo pensar,
acaecido en Albacete:
ciudad llana y de solaz.

En la Biblioteca Pública
se dispuso celebrar
la quincenal reünión,
que de un libro iba a tratar.
Dicho libro era, en cuestión,
muy difícil desglosar,
porque fue la primer vez
que este autor se iba a tocar.

Y, entre saludos y besos,
parabienes y demás,
todos los allí presentes
deseaban comenzar.
Era tarde calurosa,
mayo estaba a reventar
de flores y de gramíneas:
el sol iba a declinar.

Por los gestos y miradas
se prestaba a sospechar
que la sesión sería dura:
complicada de abordar.
Su escritor era Faulkner,
ya se pueden figurar
que un autor de tal grandeza
daría mucho que pensar.

En un alarde de ingenio
y aguda sagacidad,
pudieron sacarle en claro,
saltando de alante a atrás,
omitiendo puntuaciones
y regla gramatical,
gracias a su conductora,
componente sin rival,
que despejó muchas mentes
con su clase magistral.

Entre varias opiniones,
que exponía cada cual,
una voz se hizo presente
queriendo participar.
Mas de pronto la reunión
se tuvo que demorar
porque aquella intrusa voz
solo pudo “far fu llar”.

La sesión se quedó muda,
no se oía ni respirar;
y al cabo de unos segundos
todos querían ayudar
a aquella atrevida voz
que a todos vino a asustar.

El bueno del Director,
a punto de fatigar,
se marchó a todo correr
para poderla auxiliar.
Y, sin melindres ni ambages,
y sin pensárselo más,
le llevó agua embotellada
de un famoso manantial.

Entonces se armó el barullo
al ver la voz reaccionar,
porque algunos se empeñaban
de a su casa acompañar.
Entre palabras de aliento
y risas para alegrar,
la oferente algarabía
terminó por silenciar.

Y el grupo, ya más tranquilo,
cuando empezó a relajar,
al bar de enfrente se fue
a cumplir con su yantar.

Y aquí termina el romance
de ese evento peculiar,
que fui testigo directo
sin poderlo remediar.
Y ahora, si me lo permiten,
mil gracias les quiero dar
por tanta solicitud
y por quererme escuchar.

(María Martínez Segura, junio 2017)

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