jueves, 29 de octubre de 2015

La lluvia amarilla, de Julio Llamazares

 

La lluvia amarilla - Julio LlamazaresHace ya doce o trece años que comentamos en La Tertulia La lluvia amarilla. Ha sido, quizá, la novela que más huella me ha dejado de cuantas hemos leído y, por ello, este año propuse que volviéramos a leerla.

Esta segunda lectura ha sido igual de placentera y, al mismo tiempo, igual de dolorosa que la primera. La historia de Andrés, –solo al final conocemos su nombre-, el último habitante, el último superviviente de Ainielle, se lee con el corazón encogido. Solo queda él, sin otra compañía que la de su fiel perra, sus recuerdos y sus muertos.

Desde el principio, la novela te atrapa. Andrés, en el último día de su vida, imagina cómo será el momento en que los habitantes de otros pueblos suban a Ainielle para buscarle y enterrarle.

Toda la novela es un monólogo del protagonista, que nos va contando cómo todas las casas del pueblo se fueron cerrando, marchando sus habitantes en busca de una vida menos sacrificada. Los pocos que quedaron, han ido muriendo. La última, su mujer, Sabina, que se suicidó dejándolo ya completamente solo.

La muerte de Ainielle es la muerte de una forma de vida que pertenece ya al pasado. Así lo han entendido los vecinos que se han ido yendo, incluido el hijo de Andrés, que se marchó en contra de la voluntad de su padre, quien veía en él la última esperanza de que su casa y, quién sabe si también el pueblo, sobreviviesen. Por eso le dice las palabras que hoy en día nos parecen tan duras y descarnadas, dichas por un padre a su hijo:

“Se lo había dicho claramente el primer día. Si se marchaba de Ainielle, si nos abandonaba y abandonaba a su destino la casa que su abuelo había levantado con tantos sacrificios, nunca más volvería a entrar en ella, nunca más volvería a ser mirado como un hijo.”

Ainielle

La lluvia amarilla, la metáfora que da título a la novela, aparece de manera recurrente. Partiendo de la imagen, más evidente, de las hojas muertas de los árboles cayendo en el otoño, la lluvia amarilla simboliza el olvido, el paso del tiempo, la decrepitud. El amarillo es el color de todo eso. Y es también el color de las fotografías cuando envejecen, de los recuerdos que se diluyen en la memoria tras tantos años. Y el color de las pesadillas, de las visiones, de la locura y el delirio que provoca la soledad.

Pero, si la historia araña el corazón, la prosa de Julio Llamazares es lo que provoca el placer del lector. Y es que cada página de La lluvia amarilla es pura poesía, pura Literatura. Paisajes, emociones, pensamientos, todo está descrito con tal belleza, que leemos la novela con el corazón herido por la tristeza de lo que se cuenta, pero aliviado por el bálsamo de la poesía.

 

EL ORIGEN DE LA LLUVIA AMARILLA

El 31 de diciembre de 1986, Julio Llamazares publicaba en el periódico El País un relato breve titulado Nochevieja en Ainielle. Fue el origen de lo que, dos años después, se convertiría en novela. Este es el relato:

--> Nochevieja en Ainielle (El País, 31-12-1986)

 

EL AINIELLE REAL

Ainielle es un pueblo del Pirineo aragonés que existió de verdad. Y existe, aunque ya hace tiempo que abandonado y en ruinas. Hace unos años, se emitió este reportaje en Televisión Española. Después de haber leído La lluvia amarilla, y haber acompañado hasta el final a su último habitante en la novela, es emocionante escuchar los testimonios de los últimos habitantes del Ainielle real.

--> Ainielle tiene memoria (reportaje emitido en TVE)

 

OTROS CLUBES DE LECTURA…

Comentarios de otros clubes de lectura que también han leído La lluvia amarilla:

--> Biblioteca de Piedras Blancas (Castrillón, Asturias)

--> Club 1001 lectores (club de lectura en Internet)

--> Club de lectura Sancho III (Nájera, La Rioja)

Este último club hizo llegar a Julio Llamazares sus comentarios y el autor les contestó lo siguiente:

Querido amigo:

Muchas gracias por su carta y por los comentarios que me envía en ella sobre La lluvia amarilla.
Aunque no lo crea, valoro mucho más éstos que los de los presuntos críticos prestigiosos.

Un saludo y recuerdos a las personas de su club.

Julio Llamazares

lunes, 19 de octubre de 2015

La vida era eso, de Carmen Amoraga

 

 
La vida era eso - Carmen AmoragasSiempre da un poco de pudor juzgar una novela que trata sobre la pérdida de un ser querido. Sobre el duelo y sobre la superación. Sobre enfermedades, como el cáncer, que, por desgracia, han padecido casi todas las familias, más lejano o más próximo.
 
Especialmente da pudor cuando la novela está basada en una historia real. Hace dos años leímos La ridícula idea de no volver a verte, de Rosa Montero, escrita tras la muerte de su marido. Ahora, leemos la historia de Giuliana, basada en la experiencia de una amiga de la autora, Carmen Amoraga.
 
Curiosamente, en ambas novelas tienen cierto protagonismo las redes sociales, como si las autoras quisieran demostrar que son escritoras de “su época”. Rosa Montero introdujo en su novela el recurso del hashtag, al estilo en que se usa en Twitter, y Carmen Amoraga hace que el personaje de Giuliana utilice Facebook como cauce de desahogo de su dolor y su soledad, como instrumento de comunicación con su marido fallecido.
 
Rosa Montero hablaba en primera persona, de su propio dolor. Carmen Amoraga lo hace en tercera persona, de un dolor que no es el suyo, por más cercana que pueda sentirse de la amiga en la que se basa la historia. Desde mi punto de vista, eso se nota. El dolor no es transferible totalmente de una persona a otra, por muy cercana y querida que sea. Mi dolor es mío. Quizá también por esto, la autora hace hablar a la protagonista en primera persona cuando escribe en Facebook. Porque es consciente de que eso nos acerca un poco más a lo que puede sentir Giuliana.
 
A mi modo de ver, un acierto de Carmen Amoraga es haber reflejado a los protagonistas con sus contradicciones, con sus luces y sus sombras, sin caer en la idealización del fallecido, solo por el hecho de haber muerto. William y Giuliana son humanos y, aunque se aman, se han hecho daño, se han ocultado cosas. No ha sido un amor perfecto. Ha sido… como en la vida real.
 
Se deja leer la novela, –que por cierto, obtuvo el Premio Nadal en 2014-, pero no me ha parecido una gran novela. No he disfrutado con su lectura. No me ha importado que terminase.
 
Sin embargo, me consta que mi opinión no es compartida por muchas personas de nuestro club y es justo que lo refleje en este comentario.

martes, 6 de octubre de 2015

El guardián invisible, de Dolores Redondo

 

dolores-redondo

Comenzamos esta temporada con la primera entrega de la Trilogía del Baztán, que se completa con El legado en los huesos y Ofrenda a la tormenta.

Es en este valle navarro donde se desarrolla la novela y, en ella, la inspectora Amaia Salazar debe resolver una serie de crímenes en los que las víctimas son siempre niñas-adolescentes.

He nombrado el valle del Baztán antes que a la protagonista porque el paisaje navarro adquiere en la obra una gran importancia. No es ya solo que Dolores Redondo dedique muchas páginas a describir los bosques y montes del Baztán, sino que en la novela aparecen también personajes de la mitología vasco-navarra, supuestos habitantes de esos parajes, que, real o imaginariamente, forman parte de la trama.

La investigación lleva a la inspectora Salazar a Elizondo, la capital del valle del Baztán, que “casualmente” es su pueblo natal y donde vive su familia. La investigación se mezcla, así, con la propia historia de la protagonista, sus recuerdos y traumas de infancia, y un secreto que no ha contado ni a su propio esposo.

Parecen buenos mimbres para escribir una historia que atrape al lector. Sin embargo, y aquí viene la opinión personal, pienso que la novela, tras un buen planteamiento, flojea y mucho. El interés por la investigación se estanca, decae, en beneficio del interés por la historia personal de Amaia. Aparecen cabos que permanecen sueltos al acabar el libro. No se entiende qué pintan los personajes mitológicos, que, a ratos, parecen formar parte de la trama. El final da la sensación de haber sido escrito de urgencia o tener añadidos de última hora.

Parece, en suma, que a la autora se le ha ido de las manos su historia. No obstante, en algunas páginas me ha dejado la sensación de que podemos esperar mucho más de ella, de que aquí puede haber una buena escritora.

Sin embargo, es casi seguro que en la tertulia habrá opiniones totalmente opuestas a la mía.