lunes, 29 de febrero de 2016

El balcón en invierno, de Luis Landero



En el incio del proceso de escritura de una nueva novela, Landero se confiesa cansado de la ficción literaria y sin ánimo para acometer la ardua tarea de creación de una nueva historia.

"... al releer lo escrito, donde esperaba encontrar el fulgor de lo ardoroso y de lo nuevo, encontré solo baratijas sentimentales, remedo de antiguas emociones, rebañaduras de viejos festines, el brillo rutinario de algún hallazgo que proclamaba en sus pretensiones estéticas la insincenridad de lo que se escribe con oficio más que con devoción."

Asomado al balcón, "ese espacio intermedio entre la calle y el hogar, la escritura y la vida", el autor rememora un anochecer del verano de 1964, también en el balcón, junto a su madre. Es el verdadero comienzo de El balcón en invierno. Landero ha decidido que escribirá sobre su propia vida, sobre sus orígenes, sus antepasados, su adolescencia y juventud. Nada más alejado de la ficción que la propia vida:

"No, esta vez no hay mentiras. Es un libro donde todo lo que se dice es verdad."

Así, el proyecto de novela se transforma en un álbum de fotos literario en el que acompañamos al autor en un viaje por su memoria. Un viaje desordenado, como son los baúles de los recuerdos, en el que tan pronto avanzamos como retrocedemos en el tiempo: sus orígenes campesinos, la relación con su padre, sus recuerdos de infancia y adolescencia, los parientes y antepasados, su descubrimiento de la poesía y la literatura... Todo ello salpicado de numerosas reflexiones y contado con la maravillosa prosa del escritor extremeño.

Las evocaciones y los recuerdos de Landero tienen la virtud de producir en el lector una especie de "desdoblamiento", pues, inevitablemente, la atención se distrae y se encuentra, de repente, inmersa en los recuerdos, en la infancia, en los antepasados y en los orígenes propios, no tan distintos, en algunos aspectos, de los del autor.

OTRAS OPINIONES


-> El País: Crítica en de "El balcón en invierno"

-> Blog El Placer de la Lectura: Reseña de "El balcón en invierno" 

miércoles, 3 de febrero de 2016

Andamios, de Mario Benedetti



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Más de una vez me siento expulsado
y con ganas
 de volver al exilio que me expulsa
 y entonces me parece
 que ya no pertenezco
 a ningún sitio, a nadie.
 ¿Será un indicio de que nunca más
 podré no ser un exiliado?…

Mario Benedetti (Pero vengo)










“No debiera arrancarse a la gente de su tierra o país, no a la fuerza. La gente queda dolorida, la tierra queda dolorida.

Nacemos y nos cortan el cordón umbilical. Nos destierran y nadie nos corta la memoria, la lengua, las calores. Tenemos que aprender a vivir como el clavel del aire, propiamente del aire.

Soy una planta monstruosa. Mis raíces están a miles de kilómetros de mí y no nos ata un tallo, nos separan dos mares y un océano. El sol me mira cuando ellas respiran en la noche, duelen de noche bajo el sol.”
 
 
Juan Gelman, desde su exilio en Roma (14-5-1980)


Como Benedetti, como tantos otros, el argentino Juan Gelman tuvo que irse de su propio país en aquellos años, no tan lejanos, en que las dictaduras militares se extendieron como un tumor por Latinoamérica. Ambos saben de lo que hablan cuando hablan del exilio.

Del exilio y, sobre todo, del desexilio (del regreso) trata la novela que hemos leído esta quincena. Mario Benedetti lo aborda desde todos los puntos de vista: el reencuentro con la familia, con los que se quedaron y sufrieron represión, con quienes se acomodaron, con la propia ciudad, con los recuerdos…

La tertulia fue especialmente emotiva gracias a la exposición de nuestra querida compañera Marita, que compartió con nosotros, –emocionándose y emocionándonos a todos en más de una ocasión-, su propia experiencia como argentina que también tuvo que salir de su país.

Hablamos del desarraigo del exilio, de los crímenes cometidos, de la sensación de derrota, que marca toda una vida… pero también de esperanza.

Marita nos leyó este maravilloso y tremendo poema suyo escrito, según nos dijo, al poco de llegar a España. Con su permiso, lo reproduzco:
 

Vendrán desde el pasado
con sus pasos menudos
los recuerdos,
las cartas clandestinas
y las palabras claves.
Vendrán desde el pasado
los rostros olvidados,
esperanzas violetas
de un ramo ya marchito
a contarnos el sabor
que nos llena la boca
con el agrio fracaso.
Vendrán desde el pasado
y estaremos aquí
esperando
esperando.

(Marita Caruso)