Parece que los nombres con mayores posibilidades podrían ser, –no necesariamente en este orden-, Diego Hurtado de Mendoza, Alfonso de Valdés y Fray Juan de Ortega, que fue Padre General de los Jerónimos. Al final de esta entrada adjunto unos enlaces, para que comprobéis lo apasionante y lo viva que está todavía esta discusión.
Las primeras ediciones que se conservan del Lazarillo datan de 1554. En ese año se imprimen ediciones en cuatro ciudades: Burgos, Medina del Campo, Alcalá de Henares (a la que corresponde la imagen), y Amberes. Es opinión extendida que debió de existir alguna edición anterior, que no se conserva, y cuyo éxito motivase las ediciones de 1554.
Precursora de la novela picaresca, el Lazarillo puede leerse, como bien dice su autor en el Prólogo, como mero deleite (“los que no ahondaren tanto”), o, profundizando un poco más, como una crítica satírica de la sociedad de su tiempo, en especial del clero. No en vano, la Inquisición tardó poco en prohibirlo (en 1559), y no consintió que se volviera a publicar hasta que se expurgó de los pasajes más anticlericales. Por ejemplo, se eliminaron completamente los tratados cuarto y quinto.
Por cierto, en lo que sí hay coincidencia es en que la división en tratados es ajena al autor. Si os dais cuenta, se puede leer perfectamente el final de un tratado y el principio del siguiente de manera seguida, no hay una división tan drástica como la que imponen los capítulos. Esta artificiosidad de la división explica por qué hay algunos tratados tan breves en comparación con otros.
El Lazarillo sigue siendo una obra viva. Sigue planteando interrogantes (¿quién es ese o esa Vuestra Merced, a quien Lázaro envía el manuscrito y a quien cuenta el caso “muy por extenso”?), y sigue siendo motivo de estudio y de discusiones. A ello contribuye, naturalmente, el que aún no se haya podido probar definitivamente su autoría.
He estado un par de tardes leyendo en Internet documentación sobre los debates que suscita esta obra y os confieso que me parecen apasionantes. Aquí os dejo una pequeña muestra:
1.- En la edición que yo he leído, de la editorial Edebé, a cargo de Eduardo Creus, se incluye, al final del libro, un epílogo en el que la catedrática de Literatura Española en la Universidad de Barcelona, Rosa Navarro Durán, expone los motivos por los que adjudica el texto a Alfonso de Valdés. También da a conocer una teoría innovadora: Vuestra Merced, a quien se dirige Lázaro no es él, (siempre se ha pensado en un clérigo), sino ella. Merece la pena leerlo:
Rosa Navarro es también autora de “El Lazarillo contado a los niños”, editorial Edebé.
2.- Después leí este estudio del filólogo mexicano Antonio Alatorre, que echa por tierra, o más bien ridiculiza, las teorías de Rosa Navarro. Para él, no hay prueba documental que acredite la autoría del Lazarillo, y en caso de decantarse por alguien, lo haría por Fray Juan de Ortega. ¿Por qué?:
-> Antonio Alatorre: "desmontando" las teorías de Rosa Navarro
Sobre el personaje de Lázaro, la novela picaresca y la España del siglo XVI hablaremos en la tertulia del día 23. Y, naturalmente, de vuestras opiniones.