martes, 6 de noviembre de 2018

La librería, de Penélope Fitzgerald

¿Quién dijo “simple”?

Aunque han transcurrido unos días desde nuestra última reunión y hoy martes tenemos nueva cita cambiando de autor y de registro, me resisto a marcharme de Hardborough sin más; no quisiera abandonar la apacible costa inglesa y cerrar definitivamente la puerta de “La Librería” sin antes incluir un comentario que logre apuntalar Old House, ese fantasmagórico lugar que no ha conseguido sobrecoger, ni tan siquiera impactar a los lectores de La Tertulia. Al menos, esa fue mi impresión a la luz de las numerosas opiniones allí expresadas que, apoyándose en el carácter simplista del argumento, hicieron tambalear los cimientos mismos del texto.

Por eso, debo recurrir a la conocida frase "menos es más" para intentar reforzar su estructura argumental, porque considero que encuentra suficiente sustento al quedar apoyada sobre estos cuatro fundamentales pilares:

1.- Dejar patente que la inevitable y paradójica realidad y los admirables propósitos no siempre caminan a la par. En este sentido la narración desmonta esos falsos mitos que afirman que las buenas intenciones, antes o después, alcanzan merecido reconocimiento y conducen siempre al triunfo.

2.- Poner de relieve que la hipocresía social y los turbios intereses de fondo constituyen denominador común en las sociedades de cualquier época. Al tiempo advierte de su enorme capacidad destructiva a la hora de obstaculizar proyectos a pequeña y mediana escala a fin de evitar que éstos puedan desembocar y materializarse en el cumplimiento de grandes ideales.

3.- Destacar el papel primordial de la Cultura como vía de escape frente a pensamientos encorsetados que comprimen la posibilidad de progreso y su valiosa labor como indiscutible instrumento para ejercer sin cortapisas la libertad de opinión.

4.- Demostrar que la determinación personal y la fuerza de voluntad configuran el eje central, son las paredes maestras que aportan firmeza y estabilidad a las decisiones tomadas en esta “gran empresa de la vida”. Y aun cuando no resulten acertadas, siempre conducirán a un particular éxito: ser dueños de nuestras propias elecciones y acciones, asumiendo todas sus consecuencias.

Espero que estos cuatro argumentos otorguen necesaria solidez a la debilitada “Vieja Casa” para evitar que sea declarada en estado de ruina, y aporten base suficiente para que pueda resistir a ese vendaval de opiniones que azotó y puso en riesgo de derrumbe la literaria infraestructura de La Librería. Me gustaría que en este Blog os pronunciarais al respecto…

En cualquier caso, siempre nos quedará el recuerdo de una narración sencilla (aunque no simple ni exenta de profundidad), un penetrante olor a humedad que parece brotar del fondo del relato e impregna cada hoja del libro, 200 ejemplares de la controvertida obra “Lolita” y … ¡cómo no! Un adorable e inofensivo espíritu burlón que atraviesa con descaro las gruesas paredes de la misteriosa casona.

Lo que, tal vez, Penelope Fitzgerald ignora desde su humor británico, es que aquí en España los fantasmas también son un clásico, abundan y por ello ya no impresionan. Y es que a estas alturas de la novela ¡¡ya estamos todos curados de espantos!!

Sin duda, La Librería al completo queda barnizada con una fina capa de ese característico toque selecto a la inglesa, un suave tono que consigue un acabado casi perfecto de la narración y contribuye a disfrutar de una agradable y serena lectura.

Irene Sánchez