martes, 25 de octubre de 2011

El último encuentro, de Sándor Márai

 

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“Estaría bien saber […] si de verdad existe la amistad. […] A veces pienso que la amistad es la relación más intensa de la vida y que por eso se presenta en tan pocas ocasiones.”

“La amistad es un servicio. Al igual que el enamorado, el amigo no espera ninguna recompensa por sus sentimientos. No espera ningún galardón, no idealiza a la persona que ha escogido como amiga, ya que conoce sus defectos y la acepta así, con todas sus consecuencias.”

“¿Qué valor tiene una amistad si solo amamos en la otra persona sus virtudes, su fidelidad, su firmeza?.”

“He llegado a pensar que la amistad es un lazo parecido a la unión fatal de los gemelos".

El último encuentro, –titulada originalmente A la luz de los candelabros-, es una novela en la que el tema de la amistad ocupa un lugar principal. La reflexión que hace Henrik, el personaje principal, en el capítulo XIII, a la cual pertenecen las citas anteriores, es uno de los pasajes más hermosos de la obra.

La amistad ocupa un lugar destacado, pero no es el único tema. En su largo monólogo, ya que Konrad prácticamente no interviene, Henrik reflexiona sobre sus obsesiones y sobre la sabiduría que ha alcanzado a lo largo de los 41 años que han pasado sin verse ambos amigos, arrastrando el secreto de algo que sucedió entonces, y cuyos detalles el autor nos desvela sabiamente dosificados.

Sin embargo, no hay que esperar al final para que sepamos qué sucedió. Pero es que eso son solo los hechos, la realidad, y Henrik lo que quiere saber, lo que quiere arrancarle a Konrad es “la verdad”, las causas, las intenciones. En los momentos finales de sus vidas es el momento de saber la verdad.

La soledad impregna toda la novela. Henrik ha pasado los últimos 41 años solo en su mansión. Konrad ha viajado por medio mundo, pero también ha vivido en soledad.
La decadencia de toda una época, –la del Imperio Austro-Húngaro-, reflejada en la decadencia de la vieja mansión, contribuye a acentuar esa sensación de soledad.

La soledad es, precisamente, tema importante en la novela. Como lo es también la vejez. En este sentido, se ha dicho que esta es una obra para leer a partir de cierta edad, no es una novela de juventud.

Hacia el final de su monólogo, Henrik llega a plantearse el sentido de la vida, preguntándose si éste no consistirá en la pasión?:

¿Crees tú también que el sentido de la vida no es otro que la pasión, que un día colma nuestro corazón, nuestra alma y nuestro cuerpo, y que después arde para siempre, hasta la muerte, pase lo que pase? ¿Y que, si hemos vivido esta pasión, quizás no hayamos vivido en vano?

- ¿Por qué me lo preguntas? –dice el otro con calma-. Sabes que es así.

 

EL AUTOR

image Sándor Márai nació Kassa (Hungría) en 1900. Si hubiese nacido 18 años más tarde, tras la desmembración del Imperio Austro-Húngaro, habría sido checoslovaco, y, en la actualidad sería eslovaco.

De familia acomodada, lo que le permitió viajar por Europa, comenzó escribiendo en alemán, aunque luego se decantó por el húngaro. En la década de los 30 sus obras tuvieron gran éxito.

Se opuso al nazismo y al fascismo, y solo su reputación le libró de represalias durante la Segunda Guerra Mundial.

Después de la guerra y tras la instauración del régimen comunista en Hungría, se marchó a vivir a Estados Unidos. Sus obras fueron prohibidas en su país natal y, prácticamente, cayó en el olvido.

En 1989, cuando, tras haber perdido a casi todos sus seres queridos, supo que tendría que vivir en un hospital y dependiendo del cuidado de otros, se suicidó de un tiro en la cabeza.

--> Biografía de Sándor Márai en la Wkipedia

--> La intensa vida de Sándor Márai (Artículo en EL PAÍS)

domingo, 9 de octubre de 2011

"EL TIEMPO ENTRE COSTURAS" de María Dueñas. Un éxito de ventas "Made in Spain"


Los grandes éxitos de ventas suelen ser productos prefabricados y con el sello de best seller como garantía en la portada. Nos los venden como churros bajo el simple argumento de haber sido leído por miles de personas en Norteamérica y en otros países. Pero este no es el caso de “El tiempo entre costuras” uno de los libros más vendidos en España en el último año y medio y cuyo avance en el tortuoso camino de la fama literaria ha sido muy poco a poco y casi de puntillas, sin apenas publicidad, tan sólo impulsado por las recomendaciónes de los lectores. Indudablemente, un meritorio logro digno de alabanza.

La novela trata la historia de la joven modista Sira Quiroga cuando, tras dejar plantado a su novio de toda la vida, abandona Madrid en los meses convulsos previos al alzamiento nacional arrastrada por el amor desbocado hacia un hombre a quien apenas conoce. Juntos se instalan en Tánger, una ciudad mundana, exótica y vibrante en la que todo lo impensable puede hacerse realidad. Incluso la traición y el abandono de la persona en quien ha depositado toda su confianza. Sola, desubicada y cargada de deudas ajenas, Sira se traslada accidentalmente a Tetuán, capital del Protectorado Español en Marruecos. Espoleada por la necesidad de salir a flote, con argucias inconfesables y gracias a la ayuda de nuevas amistades de reputación un tanto dudosa, forjará una nueva identidad y logrará poner en marcha un selecto taller de costura en el que atenderá a clientas de orígenes lejanos y presentes insospechados. A partir de entonces, con la contienda española recién terminada y los ecos de la guerra europea resonando en la distancia, el destino de Sira queda ligado al de un puñado de carismáticos personajes --Rosalinda Fox, Juan Luis Beigbeder, Alan Hillgarth-- que la empujarán hacia un inesperado compromiso en el que las artes de su oficio ocultarán algo mucho más arriesgado.

La novela, que en términos cinematográficos podría recordar a “Casablanca” y “Encadenados” de Michael Curtiz y A. Hitchcock, respectivamente, nos acerca a la época colonial española. Varios críticos literarios han destacado el hecho de que mientras en Francia o en Gran Bretaña existía una gran tradición de literatura colonial (Malraux, Foster, Kipling...), en España apenas se ha sacado provecho de la aventura africana. Es pues un homenaje a los hombres y mujeres que vivieron allí.

Personalmente, pienso que la trama resulta por momentos previsible; no obstante, creo que es  un libro entretenido, una lectura ligera de verano o de un viaje (o de varios viajes porque tiene más de 600 páginas), ideal para regalar en Navidad, cumpleaños, pero no mucho más, y a veces tampoco hace falta mucho más para pasar un rato distraído entre “costuras literarias”. La novela está bien construida, no posee prácticamente contradicciones, aunque muchas de sus situaciones son increíbles con pocas posibilidades de llegar a ser verosímiles. Así también, he de reconocer que con la lectura de “El tiempo entre costuras” he acabado un tanto cansada de historietas trilladas de espías, “glamourosidades” insulsas, de hombres malos, pillos… perversos; de mujeres buenas, listas y luchadoras, que, según mi humilde opinión, se hace muy repetitivo en la novela de María Dueñas. Finalmente, creo que es una pena y un desperdicio de buenas escenas las que tienen, y podrían haber tenido, lugar en la pensión de Candelaria, una sutil manera de tirar a la basura un buen escenario con unos más que interesantes personajes que desaparecen de pronto sin apenas dejar rastro.
Aun así, María Dueñas ha conseguido con este libro alcanzar una cima más difícil de escalar que el Everest: ser leída, recomendada y alabada por miles de lectores y muchos críticos literarios. Todo un mérito, sin duda.


Os dejo el enlace al blog de "El tiempo entre costuras" de María Dueñas:
http://www.eltiempoentrecosturas.blogspot.com/